Es evidente que la sociedad actual se caracteriza por su dinamismo. Pero desafortunadamente, es caracterizado por la agitación que vivimos, lo aparatoso y lo superficial. Donde la inestabilidad hace todavía más profundo y problematizador la fluidez del futuro ante cambios de mentalidad. Estos cambios afectan el concepto del hombre, que se vuelve menos abstracto o metafísico, más encarnado a su existencia, al mundo real que corre y lo tiene en sus manos, que pudiendo contribuir en su recreación, o incluso a su destrucción. Se requiere ir a la esencia o naturaleza humana donde se pueda relacionar lo metafísico con lo diario, con el tiempo y la cotidianidad; a la historia viva y dinámica del hombre y la espiritualidad, donde el hombre es un abanico ilimitado de posibilidades. El término “proyecto” es una transformación cualitativa que afecta al hombre en sus características más profundas. Hoy la referencia es el hombre y lo pasajero es lo cultural. Seguimos en una situación de cambio permanente, abierto, provisional, discutible y discutido, sobre lo que hay que cuestionarse.
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