El interés y la utilidad son dos vocablos que sintetizan los conceptos claves que sostienen hoy a una sociedad marcada por el no-compromiso y por la indiferencia hacia lo netamente humano. Se ha empoderado el discurso que defiende la supresión del dolor innecesario en la vida del hombre, propuesta que conquista y se convierte en la mejor filosofía del hombre actual. La objetividad de la realidad no interesa y lo subjetivo se impone sin importar vulnerar la dignidad humana. Ninguna garantía en la humanidad puede existir cuando la naturaleza humana es negada por la misma persona que la posee, sobre todo si tal naturaleza no responde al interés y valor que emana del individuo en cuestión. Se ha llegado a tal punto en esta escalada deshumanizadora que la brecha diferencial entre los seres vivos ha quedado casi anulada, de ahí que hoy puede tener mayor valor la vida de un animal que la de una persona. De hecho, el Estado defiende y promueve este escenario, creando leyes que hace a la sociedad más débil, banal y títere de los intereses de quien puede someter. El ser crítico se confunde con el reclamo de lo que se ve como útil, pues en el fondo no hay profundidad ni argumentación seria en lo que se expresa al reclamar. La quimera postmodernista poco a poco aniquila al ser humano y desgraciadamente la situación se agudiza sin que parezca haya algo que la detenga.
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