La mentira se ha vuelto parte de nuestra vida diaria. Cuántas veces vamos por la calle y nos encontramos mentiras que nos hacen creer que necesitamos esto o aquello, que nos hacen fantasear con lo que no tenemos, hasta nos hacen moldear a los demás como queremos.
La mentira se ha vuelto indispensable en la política, en el amor y en la amistad. Esto hace crear un personaje para cada situación o circulo, uno que mostramos en la familia, otro en la escuela, en la calle, con los amigos. Al final del día creemos que engañamos a los demás, pero la realidad es otra: únicamente nos engañamos a nosotros mismos; nos colocamos una armadura que nos cubre de lo que los demás puedan ver en nosotros.
La mentira hace que caminemos por pantanos obscuros, dando pasos inciertos. Esto provoca que el sujeto improvise, rehaga y modifique al personaje, donde se muestran nuestras carencias y apetitos, lo que no somos y deseamos ser. Hasta que llega el punto en que la mentira y la verdad, la apariencia y la realidad, se confunden. Y tú ¿qué personaje usarás hoy?