“Al final, lo que importa no son los años de la vida, sino la vida de los años” Abraham Lincoln. El arte del buen vivir consiste en tres aspectos relevantes: vivir conforme con uno mismo, vivir conforme con mi sociedad y tener filosofía de vida. Como piedra monolítica que se conforma en tres pasos unitarios, los cuales son complementarios y es de suma importancia tener los tres.
Vivir conforme con uno mismo. Partiremos de la tesis: el hombre es un ser complejo. El delimitarlo con un término expresado en una definición es de suma variedad, la más adaptada -según gran parte de la filosofía, partiendo de Aristóteles- es afirmar que el hombre es: “Animal racional; unos siglos más adelante, la escolástica dirá: el hombre es un “Espíritu encarnado” con sentimientos, emociones y diferentes percepciones.
El estar conformes con uno mismo consiste en: aceptar nuestros rasgos físicos, emocionales y espirituales en una conformación unitaria del hombre. La palabra clave en este momento es: aceptación, dicha, que por otros medios divaga, no es –como las expresiones burdas del pueblo- un “ya que” al estilo del conformismo arraigado, sino un amar, experimentar y conocer los aspectos unitarios de mi persona integral.
Nacen preguntas no tan conformes. ¿Me conozco? ¿Soy consciente de lo que siento y experimento?, y yendo más al meollo del asunto sería bueno preguntarnos: ¿Me amo tal y como soy? Vivir conforme mi sociedad. Muchas veces he escuchado la frase pesimista: “es que la sociedad no progresa” he intentamos echarle la culpa a los demás: “es que el gobierno…” “es la gente que me rodea…” “es que mi familia…” y miles de frases parafrásticas que no nos dejan ir al punto central del asunto: un sin fin de justificaciones.
Si lo pensamos bien, la sociedad está conformada por personas y cada una de ellas tiene un por qué, una dirección y sentido de vida –lo que más adelante llamáramos: filosofía de vida- la cual todos deberíamos alcanzar como meta. Si nos vamos a las frases optimistas diríamos: ¨hay que cumplir el objetivo propio de nuestra vida¨, y cayendo en el perfeccionamiento de nuestras frases: “todos tenemos un por qué en este mundo, un objetivo o misión que cumplir”. “Si todos cumpliéramos ese objetivo nuestra sociedad sería mejor, tendría más armonía, estabilidad y felicidad”, esto es una falacia debido a que cada objetivo es personal y cada persona es distinta, cabe la posibilidad de que dicho objetivo no sea tan loable para el perfeccionamiento de la comunidad. En ejemplos sencillos: hay dos jóvenes, uno de ellos quiere ser doctor y el otro narcotraficante, los dos, a modo de analogía, serían sus vocaciones de vida; pero si pensamos bien, el segundo tiene un objetivo menos loable que el primero, entonces ¿dónde está la solución? Simple, en estar conformes con uno mismo y en segundo término buscar el bienestar para la comunidad: en pocas palabras, no dañarte a ti mismo ni a terceros con tus acciones.
Tener filosofía de vida. Una vez escuché una frase casi poética: “la filosofía es el arte de vivir bien, si no sabes vivir bien es porque te hace falta filosofía”. Desmenucemos esta expresión proverbial.
En primer lugar es importante afirmar que no se necesita estudiar filosofía para vivir bien o aprender el arte de vivir, lo que llamaremos: sabiduría. En segundo lugar, debemos estar enamorados de esa sabiduría: de modo analítico de la raíz etimológica, filosofía es amor a la sabiduría.
Sócrates –filósofo de la antigüedad- nos enseñó con su modo de vida lo anterior, dio su vida por la verdad (este pasaje plasmado en la Apología de Sócrates) analógicamente: un “cristo” por la sabiduría que llega hasta las últimas consecuencias por lo que se cree, se vive y se piensa.
El tener filosofía de la vida es conocer el objetivo personal de la misma existencia, conocer nuestras habilidades y defectos, y sopesándolo; ver para que somos cada de uno de nosotros, en donde nos podemos desarrollar mejor y si podemos cumplir nuestras metas. Dicho sopesar debe estar guiado por el bien y el mejoramiento de la sociedad. Resumiría esta parte en una frase: “el arte de buen vivir consiste en aplicar lo que se aprende, pensando en el mejoramiento de la sociedad”.