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Sobre Política

E D I T O R I A L

La legislación humana

Desde la antigüedad hasta hoy la política es un tema de gran interés, la política como práctica no como instituciones que representan una cierta ideología y propuestas para gobernar. La práctica de la política es algo complicado cuando no se utiliza la razón, según santo Tomás de Aquino ‹‹La legislación humana sólo posee carácter de ley cuando se conforma a la justa razón ››. Cuando no se utiliza la justa razón y como mediadora a la ética, en la práctica de la política, se incurre en el desorden político. El desorden político se divide en tres tipos, según platón: el primero, pueden existir leyes perversas tanto para ciudadanos y extranjeros, leyes que no respeten la dignidad de las personas; el segundo, cuando los ciudadanos no obedecen las leyes en vigor, no respetar las leyes hechas para nuestra convivencia, y tercera, que no haya ley, la impunidad en nuestro sistema social. Los hombres tienen la exigencia de que sus valores sean impregnados dentro de la realidad social, económica y política, para que en nuestra realidad no este sumergida en un desorden político.


Tomás Moro y la coherencia moral

SERGIO PÉREZ PORTILLA


«De la vida y del martirio de santo Tomás Moro brota un mensaje que a través de los siglos habla a los hombres de todos los tiempos de la inalienable dignidad de la conciencia, la cual, como recuerda el Concilio Vaticano II, "es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (Gaudium et spes, 16). Cuando el hombre y la mujer escuchan la llamada de la verdad, entonces la conciencia orienta con seguridad sus actos hacia el bien. Precisamente por el testimonio, ofrecido hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de la verdad sobre el poder, santo Tomás Moro es venerado como ejemplo imperecedero de coherencia moral. Y también fuera de la Iglesia, especialmente entre los que están llamados a dirigir los destinos de los pueblos, su figura es reconocida como fuente de inspiración para una política que tenga como fin supremo el servicio a la persona humana.»

Hemos abierto este escrito con una cita bastante larga, pero necesaria pues condensa justamente la ética de Tomás Moro. La cita es de san Juan Pablo II, y la ocasión fue la proclamación de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y los políticos.

Pocas cosas tan luminosas y motivantes como una coherencia de vida, un singular equilibrio entre lo que se dice, lo que se hace y lo que se cree. Bien lo decía agudamente el beato Pablo VI: “Tácitamente o a grandes gritos, pero siempre con fuerza, se nos pregunta: ¿Creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? ¿Predicáis verdaderamente lo que vivís? Hoy más que nunca el testimonio de vida se ha convertido en una condición esencial con vistas a una eficacia real de la predicación.”

En todos los tiempos el testimonio de vida ha sido, entonces, luz para las gentes. Y Tomás Moro, en este sentido, era un hombre de coherencia y de fe. Por algo fue proclamado patrono de dos grandes sectores que necesitan urgentemente la coherencia de vida, una ética permanente: los gobernantes y los políticos. Sí, es bien sabido que estos dos sectores no gozan del aplauso popular, pero también es sabido que un pueblo sin estructuras políticas o de gobierno está condenado a la división. Los gobiernos unen, la política une. Pero lamentablemente, y más lo vemos en estas fechas en nuestro país, los candidatos en lo político y con miras al gobierno, los actores políticos –pensando en los elegidos, más que en los electores que también son actores políticos– tienen urgencia, insisto, urgencia de actuar éticamente bien, correcta, generosa y servicialmente.

En la propuesta cristiana, gobernar es servir, no mandar. Y servir es una forma concreta de amar. Tomás Moro, santo, lo entendió a la perfección. He ahí su vida como testimonio, y he ahí su testimonio para nuestra vida.



Ética y Política: juntas en teoría, separadas en la práctica

SERGIO PALMEROS PALMEROS

Desde la antigüedad las civilizaciones mantuvieron un tipo de orden social, que mantenía un equilibrio entre los que llevaban el poder y los súbditos. Los griegos fueron una de civilización que desarrolló el orden público en esplendor con la ética y la política.

La ética y política, lleva a recordar que en la antigüedad estas dos estaban íntimamente relacionas, puesto que tienden al mismo fin: el bien. Para Aristóteles la política es considerada el arte del bien común; mientras que la ética, es aquel carácter y comportamiento que se atribuye a una comunidad determinada, esa acción que persigue un fin: el bien. En consecuencia, la política como quehacer de la polis es el ámbito en el cual el ethos se realiza como ética.

Esta relación empieza alejarse con el proceder del tiempo, con la interpretación que intelectuales dieron a estos términos. Nicolás Maquiavelo en el príncipe, hace una separación que tiene sus consecuencias en la actualidad, la ética que al no ser de su interés la pone en el plano de la moral individual interior, mientras que pone a la política como el poder desprovisto del bien común, no es otra cosa que el ejercicio de leyes sin fundamentación a favor solo del gobernante, de allí podría partir aquella famosa frase el fin justifica los medios.

Esta separación de la ética y la política, que se ha tratado de juntar por muchos pensadores, no ha podido lograrse. La frase final del párrafo anterior, nos sirve de explicación: si se deja de lado aquella acción que persigue el bien, entonces aquel quehacer no es un bien común sino particular, es decir, si una empresa va a construir y genera empleo, pero desaloja una comunidad y daña el medio ambiente; el fin es generar empleo, el medio es desplazar una comunidad y dañar el medio ambiente, por tanto es malo.

El problema que se tiene de fondo, sigue siendo la separación entre estas, y aunque teóricamente política y ética son inseparables, en la práctica se encuentran separadas. La política no sólo la hace el estado y unos cuantos; la ética no es particular, es universal; esto nos lleva a proponer que, si están separadas en la práctica es deber de la sociedad unirlas, buscar el fin al que tienden y así tener una sociedad justa, equitativa y solidaria.


De lo politicoide a la política

JOSÉ JESÚS CARRERA

En el discurso común, coloquial, se reduce la política al ejercicio que de ella hacen los políticos, muchas veces deshonestos. Por tanto, dada las acciones de los funcionarios, por política se piensa una mafia, un sistema corrupto por ambiciones e intereses individuales, conspiración, mentira, etc. Es decir, la gran mayoría del populus desaprueba a la política a causa del mal gobierno.

Ahora bien, dado que el hombre vive en sociedad, en ella se encuentra a sí mismo y se realiza, evadir su responsabilidad con ella escapa de su alcance. Culpar a la política de los errores de los políticos es una acción poco madura y poco crítica. En la base de la política está la persona humana su promoción y defensa. Llamemos política a la técnica del gobierno, regulación de los aspectos públicos de una sociedad, que busca crear un ordenamiento al servicio del bien común, del bien de todos y para todos, no el capricho individual de un gobernante. Todo ser humano, gracias a su razón, es capaz de reconocer a la persona humana como valor fundamental de la comunidad política.

«La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común» Papa Francisco, EG 205.


CARICATURA: política



ANIMA VERBI


Anima verbi

JUAN PABLO ROJAS TEXON


El “monoteísmo” (del griego, mónos, ‘solo’, y theós, ‘dios’) es la profesión de fe en “un solo Dios” y la exclusión del resto, considerados ídolos o falsos dioses. Originalmente el pueblo de Israel da muestras de monolatría, ya que teniendo su propio Dios aceptaba la existencia de dioses venerados por los clanes vecinos. Sólo al paso del tiempo, con la llegada de Moisés, logra reconocer a Yahvé como el único Dios verdadero. Entre las religiones monoteístas más sólidas hoy en día destacan el judaísmo, islamismo y cristianismo, aunque esta última ha sido objeto de fuertes críticas por parte del islamismo a causa de su dogma trinitario (aleya 171, Sura 4), a pesar de que en el Nuevo Testamento se afirma que “no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual existimos” (Co 8, 6).



FRASE DE LA SEMANA:

“Una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos” Octavio Paz.

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