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Religión e Iglesia

E D I T O R I A L

GUARDIA NACIONAL CRISTERA


Hace casi 90 años surgió la Guardia Nacional Cristera en los campos de batalla de Jalisco, fundada por el Gral. Enrique Gorostieta y Velarde en contra de Plutarco Elías Calles con intención de dar unidad al movimiento armado cristero para conformar un verdadero ejército. Después se renovó como una organización cívica, apolítica formada por mexicanos católicos cuyo lema es Dios, Patria y Libertad. Defendiendo la libertad del pueblo mexicano y de la Santa Iglesia Católica.

Dicho movimiento reconoce y se somete a la autoridad del Papa y a la de todos los obispos de la Santa Iglesia en comunión con él, aman la Santa Doctrina Apostólica (la Biblia y la Tradición) y reconocen como fieles católicos la autoridad del Magisterio de la Iglesia en la enseñanza del dogma, la moral y el culto. Su pensamiento se basa en la concepción cristiana del hombre y su dignidad, de acuerdo con la Doctrina social de la Iglesia y la Ley Natural, la primacía del bien común, el destino universal de los bienes, solidaridad y respeto a la propiedad privada, los principios de subsidariedad, la Cultura de la vida en contraposición al aborto, la eutanasia, el genocidio, el suicidio, el homicidio, etc. La familia es la base de la sociedad y por lo tanto debe ser protegida y defendida. La aportación del Estado a la educación debe ser subsidiaria.

El pensamiento de la Guardia Nacional Cristera se encuentra dentro del marco de la filosofía realista, Aristotélico–Tomista y es congruente con la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, por lo que rechaza cualquier corriente derivada del escepticismo y del relativismo filosófico, considerándolos como un obstáculo para el conocimiento de la verdad.


La religión, parte esencial del hombre

MARCOS ALEJANDRO RAMÍREZ


Las primeras civilizaciones de la humanidad practicaban la religión desde una creencia politeísta o monoteísta, adoraban la divinidad. El hombre, en su vivencia cotidiana, se ve conectado con algo mayor a él, pero no pertenece al mundo físico, sino que es algo que trasciende, que lo atrae de manera irresistible y que no puede apartar de su vida. Esta conexión sólo la descubre el hombre que posee una actitud religiosa.

La historia presenta al hombre y a la religión como inseparables: desde la antigüedad hasta nuestros días, el hombre quiere trascender. Hay una conexión esencial entre los valores religiosos y el hombre. Es una tendencia hacia algo que sobrepasa nuestras posibilidades. Es decir, nuestra existencia nos lleva a pensar en nuestra contingencia en el mundo, es por ello, que no se puede hacer a un lado la dependencia de lo Necesario, del Absoluto.

La apertura hacia al Absoluto es posible porque él mismo se revela como bueno, es decir, a ningún hombre le inspiraría familiaridad acercarse a la divinidad de manera religiosa si no fuera bueno. Sin esta apertura se rompe el lazo con el absoluto. El mundo del hombre religioso es transcendido, no únicamente con la consciencia de sí mismo; no son sus propias vivencias constitutivas, sino que está más allá de ella. Y sólo se alcanza con lo divino, en el cumplimiento de lo adecuado.

Al hombre religioso no le bastan los bienes materiales o los objetos de este mundo. Ni el propio cosmos lo llena. Además, ningún amor, ningún bien, ninguna cosa puede satisfacerlo, porque la apertura al Absoluto es mayor que cualquier ente finito y contingente en el mundo. Esto da una demostración de cómo el hombre, tal como existe, suele llegar al conocimiento de la existencia de Dios; parte de elementos fundamentales y esenciales, con una argumentación metafísica; cimentada en la libertad y en la voluntad del hombre con el fin de tener un encuentro con Dios. Una manera de encuentro con Dios es la Religión.

La religión se podría considerar como parte de la esencia del hombre porque lo hace trascender. Esta creencia debe llenar con mayor o menor intensidad, lo más íntimo de la persona: el corazón humano.



El odio y rencor contra la Iglesia

MARCOS ROLANDO HERNÁNDEZ VEGA


La Iglesia Católica, formada por todos los bautizados, actualmente debe seguir levantando la voz ante las injusticias, ante los desmanes de aquellos que estando en el poder público, han abusado de su posición ante la sociedad.

En México el gran número de sacerdotes asesinados lo ha hecho uno de los países más peligrosos para ejercer el sacerdocio. Muchos de ellos han entregado su vida por hacer oír su voz contra las injusticias, al mostrar la poca capacidad y poco el interés del gobierno ante los problemas sociales.

Ante esto no se habla de una nueva “Guerra cristera”, sino de una “continua persecución religiosa” ya no son las mismas armas de hace 90 años, ahora son las legislaciones tendenciosas y los movimientos patrocinados e impulsados por las ideologías. Ya no se ataca descaradamente a la Iglesia, ahora se atacan las instituciones que la sostienen, la familia, el matrimonio, etc. Ya no se prohíbe el culto en las Iglesias, ahora limitan e intimidan a no hablar en contra de la realidad deplorable que se vive por la poca capacidad de quien nos gobiernan.

Los medio de comunicación, se han vuelto el arma fundamental para crear en el hombre un sentimiento de odio y rencor contra la Iglesia, de manera especial contra los pastores de ésta. ¿Qué es lo que contribuye a esto?, la desinformación de los medios de comunicación o el mal uso que se les da, creando en los receptores información alterada o falsa sobre la Iglesia, agravando los malos ejemplos y haciendo escándalo generalizando a toda la Iglesia, excluyendo las acciones buenas que realiza en la sociedad.

Una guerra contra la Iglesia no ha bastado para desterrarla de una nación, la sangre de aquellas personas derramada por la defensa de su fe, la sangre de los mártires cristeros ha hecho germinar nuevos cristianos, comprometidos con su fe con la Iglesia. Recordar estos acontecimientos, más que lamentables, heroicos, ha de dar luces sobre la tremenda labor que continúa teniendo la Iglesia ante una sociedad que pierde el sendero de una vida digna, que se olvida de la igualdad y la hermandad, sigue siendo indispensable que ejerza su papel de ser luz en las tinieblas, ahí está el compromiso siempre presente de los cristianos, aún con los ecos cristeros del ¡Viva Cristo rey, y la Virgen de Guadalupe!


La Iglesia en la nueva plaza pública

PEDRO LUIS HERNÁNDEZ MARTÍN


El siglo XX trajo consigo sucesos que sin lugar a dudas han marcado la Historia. En medio del estallido de ideologías, absolutismos y radicalismos, México conoció una de las páginas más sangrientas en el libro de sus memorias: la Guerra Cristera o Cristiada; aunque existe la controversia entre que si se trató de un verdadero acto de defensa de la libertad o una simple llamarada de petate iniciada por la muchedumbre, es, con toda razón, un hito en la Historia mexicana y bien vale la pena dedicar algunas líneas para reflexionar si hoy vivimos en medio de una nueva Guerra Cristera.

En los últimos años las acciones mediáticas han sido un papel fundamental en el desprestigio de la religión. Desde el amarillismo al tachar a la Iglesia de reaccionaria, hasta los más recientes casos de desprestigio contra sacerdotes, con esto se puede notar una nueva persecución religiosa que, a pesar de estar en pleno siglo XXI, es más despiadada que la iniciada por Plutarco Elías Calles, puesto que ahora la Iglesia es arrastrada por la nueva plaza pública: las redes sociales.

La Iglesia reconoce por un lado que se ha quedado atrasada en el mundo de los medios de comunicación; y otro al señalar páginas pseudo-católicas que bombardean constantemente a los usuarios de las redes, ofreciendo una tergiversada doctrina: esta es una nueva manera de perseguir a la Iglesia, dañarla incluso en aquello por lo que ha estado dispuesta a entregar hasta la última gota de sangre.

En la actualidad la defensa de la fe debe ser expresada a través de los medios masivos de comunicación debido a que son la nueva plaza pública, con el fin de presentar al cristianismo con toda su novedad, frescura y firmeza, en la sociedad. Así se evita el uso de armamento y se consigue la paz, tanto deseada por los hombres de nuestro tiempo.


Anima verbi

JUAN PABLO ROJAS TEXON


Uno de los demonios más terribles en la tradición judeocristiana es “Lucifer” (en latín, Lucifer; de lucis, genitivo de lux, ‘luz’, y fer, síncopa de ferro, ‘llevar’), o sea, “portador de luz”. Este nombre aparece por vez primera en la versión Vulgata de la Biblia (Is 14, 12-13) y obedece a la intención de san Jerónimo de traducir el hebreo “Lucero”, del cual se dice que ha caído de los cielos; de ahí que suela identificársele con Satán, tanto por la hermosura que connota un lucero como por el antiguo mito de la caída de dicho ángel. No obstante, exorcistas de la altura del padre G. Amorth y J. A. Fortea consideran por su experiencia en el ritual que ambos nombres corresponden a dos entidades distintas, siendo Satán el príncipe de los demonios y Lucifer el segundo demonio más poderoso (Summa daemoniaca cuestión 6, 25).


FRASE DE LA SEMANA:

«La humanidad debe poner fin a la guerra, o la guerra pondrá fin a la humanidad» John F. Kennedy.


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