E D I T O R I A L
El hombre, un ser que pregunta y resuelve
El hombre es un ser que construye, inventa y proporciona objetos, ideas, conceptos y demás cosas para llevar una vida más cómoda, y esto lo hace porque tiene la capacidad de razonar. Sin embrago, cuando se presenta ante lo desconocido se pregunta ¿quién? y ¿para qué? se ha creado, un ejemplo de ello es el caso del universo, el alma, los objetos, etc… Muchos han sido los avances científicos, que ayudan vislumbrar las respuestas a esas preguntas, y al final podemos encontrar la causa primera, a aquel arquitecto que crea al universo y al hombre; dándole a este último la racionalidad, que le hace estar en la sima de todo lo creado: preguntándose, resolviendo y creando conceptos con el fin de conocer.
La necesidad de Dios para el origen del cosmos
EDUADO RIVERA GARCÍA
Todas las ciencias buscan la verdad de todas las cosas existentes, ya lo mencionaba Aristóteles en su Metafísica: «Todos los hombres por naturaleza desean saber». Quizás el gran enigma con que se encuentra el hombre es sobre el origen del cosmos, pues al no conocer las circunstancias en que se originó, lo lleva a formular teorías e hipótesis para solucionar este problema.
La tarea tanto de los físicos y filósofos, entre muchos más, es poder encontrar y entender la causa primera del universo; cada ciencia, desde su ámbito de estudio, trata de hallarla con sus propias herramientas que están diseñadas para su campo concreto pero esto puede ser un impedimento para que ambas converjan en la verdad. Por un lado, la postura extremista de la ciencia, el cientificismo, se coloca como el único saber verdadero pues certifica que su método experimental brinda el conocimiento para entender qué es cierto y qué es falso; qué es adecuado y qué inadecuado. Por otro lado la filosofía, con su postura extremista del idealismo, afirma que sólo podemos captar y entender nuestras propias ideas. De alguna u otra manera ambas ciencias, tomadas como absolutas, no proporcionan conocimientos verdaderos; por una parte el cientificismo se cierra a la metafísica y por otra el idealismo se cierra a las pruebas científicas. Es esta una de las razones por las cuales el hombre llega a caer en un escepticismo, donde niega toda validez de conocimiento respecto a este tema.
Nunca podremos tener la respuesta al origen del cosmos, simplemente no se podrá conocer por las vías de la ciencia. Por este motivo la metafísica resulta ser necesaria para acercarnos a la respuesta del problema que la ciencia nunca nos podrá brindar. La teoría que más se acerca a la solución de este problema es la cosmología del Big Bang; en ella el universo está en expansión y por este efecto se puede deducir lógicamente que “en el pasado” ocupaba un espacio diminuto que se vería concentrado en una especie de singularidad, donde después viene a originarse el universo, pero un universo organizado. Esta teoría viene entrar en relación con la necesidad de una Causa que lo haya dispuesto y organizado, para esto, el filósofo Tomás de Aquino propone una vía racionable que trata sobre el cosmos y la presencia de alguna Inteligencia Ordenadora, a quien llamamos Dios.
El problema sobre el Ser Absoluto es un tema que han abordado, en gran parte, los filósofos; hasta los que afirman su no existencia han tenido que explicar el motivo de esta negación. Más aún cuando se emplea esta propuesta en el origen del Universo, resulta para muchos inaceptable.
El Ser Absoluto no puede ser cuantificado en ningún aspecto, por motivo de su simplicidad absoluta, pues carece de materia. Es este el motivo por la cual las ciencias experimentales no lo pueden tomar como real, pero la filosofía sí. Es del todo cierto que la Filosofía de la Ciencia sea capaz de brindar un mayor conocimiento, que una sola ciencia aislada y ajena, ya que a los largo de la historia los científicos han sido conscientes de que la sola ciencia no da respuestas a todas las preguntas; en esta se emplean tanto las pruebas científicas como las reflexiones sobre el porqué de las cosas, entre ellas el Universo.
Ante esta realidad la ciencia ha querido abordar el problema cosmológico, en tanto su origen, con un uso adecuado de las matemáticas para poder así formular una teoría del todo que sea capaz de explicar el cómo fue que se originó el Universo, el cual para el físico Stephen Hawking, ya no sería necesaria la presencia de algún Ser que haya causado este escenario cosmológico. Sin embargo, la ciencia tiene límites y no puede estudiar sino sólo lo que se puede experimentar, por ello la metafísica se vuelve una herramienta adecuada para continuar con esta indagación sobre el cosmos, porque estudia todas las cosas en tanto sus causas últimas a la sola luz de la razón natural.
Durante la Edad Media, Santo Tomás de Aquino formuló una hipótesis que podría explicar el orden del Universo y, aunque resulte difícil una postura medieval en un pensamiento contemporáneo, ello no implica que sea inválida, pues hasta el renombrado físico Isaac Newton entendía que «Este elegantísimo sistema de los planetas y cometas no pudo ser producido más que por y bajo la invención y el dominio de un Ser Inteligente y Poderoso».
La difusión de valores y creencias
JOSÉ PÉREZ SEBASTIÁN
La palabra “ideología” es de origen francés cuyo significado fue «ciencia o estudio de las ideas».
En sus orígenes, dicha palabra fue utilizada para referirse a un tipo de filosofía cuyos exponentes preciaban de no ser metafísicos. Con el paso del tiempo, y pese a las diversas interpretaciones que sus usuarios fueron haciendo de dicha palabra, el resultado del significado original fue reemplazado por uno nuevo y empleado para referirse “a un conjunto de ideas cuya relación radicaba en los intereses o necesidades de un grupo de personas”.
El uso nuevo que se le empezó a dar al término “ideología”, fue más notorio, pues consiste en ideas y actitudes que se relacionan sólo con una parte de la realidad. Es decir, la palabra ideología se estará usando en su mayoría de veces para hacer referencia a una esfera particular de pensamiento y no al pensamiento en general.
El término “ideología” tiene algunas características. En primer lugar, se habla de una ideología dominante. En términos generales, se puede decir que en el pensar de los ideólogos radica que la idea de la conciencia social es la que determina al ser social, y juzga a los pueblos en razón de lo que éstos piensan de sí mismos.
También la ideología es un sistema de valores, creencias, y representaciones que auto generan necesariamente las sociedades en cuya estructura haya relaciones de explotación a fin de justificar idealmente su propia estructura material de explotación, consagrándola en la mente de los hombres como como un “orden natural” e inevitable; son notorios los distintos avances de la sociedad: crece junto con todo lo que hay en ella, y en ese todo se ve manifiesta también la ideología. Ahora bien, en cuanto a ello, será también notorio que ya no solamente se verán ubicada en las instituciones sociales, sino que aparte de ello se verá aún más presente y, desde luego, activa en los medios masivos de comunicación, también llamados “mass-media”.
Es preciso mencionar que otro de los elementos importantes a considerar dentro de dicha caracterización, y que a su vez engloba al resto de ellos, es que las ideas que se tienen de la ideología no son como tal “ideas”. No son ideas, son creencias; no son juicios, son prejuicios; no son resultado de un esfuerzo teórico individual, sino la acumulación social de lugares comunes; no son teorías creadas por individuos de cualquier clase social, sino valores y creencias difundidos por la clase económicamente dominante.
Finalmente, con lo que hasta el momento se ha presentado, es claro que “la ideología” no es algo de lo cual podamos pasar indiferentes, sino más bien es algo de lo que se ha de estar bastantemente alerta, pues de no ser así, el resultado podría ser muy perjudicial para el resto de la sociedad que no forma parte del grupo domínate que la pone en práctica.
ANIMA VERBI:
Anima verbi
JUAN PABLO ROJAS TEXON
Un “nuncio” (en latín, nuntius, ‘anunciador’, ‘nuncio’; de nuntiare, ‘anunciar’, ‘dar a conocer’) es un eclesiástico con grado de arzobispo que pasa por representante del papa ante las Iglesias particulares y las máximas autoridades de los Estados donde se profesa el catolicismo y, como tal, “da a conocer” –o sea, anuncia– las relaciones entre unas y otras. Su investidura corresponde a la de un diplomático de la Santa Sede, su rango al de embajador; de este modo, su papel gira en torno a “la promoción de la paz, del progreso y de la cooperación entre los pueblos” (CDC, can. 364.5) más allá del credo que practiquen. Así pues, el nuncio es un apoyo importantísimo del Sumo Pontífice en su tarea de ser “principio y fundamento perpetuo y visible unidad” (CV II, Lumen Gentium 23).
El origen del alma humana
Partiendo del fundamento, la persona humana es la unión de cuerpo y alma, necesariamente se tiene que hacer las preguntas: ¿Cuál es el génesis del cuerpo? ¿Cómo se origina el alma? Las ciencias experimentales, especialmente la Biología, han ofrecido al saber humano mucha información sobre esta primera pregunta. A la segunda pregunta da respuesta la filosofía. El alma es uno de los problemas fundamental de la filosofía.
Ahora bien, el origen del alma humana no puede demostrarse, como el ori-gen del cuerpo humano, bajo el rigor de las ciencias experimentales, pero tampoco desmentirse. El alma humana es una realidad que trasciende el mundo material.
Es así que el alma no puede pasar por el filtro de las ciencias experimenta-les, pues de lo contrario se afirmaría que el alma está mezclada de corporeidad a causa de los órganos que ella utiliza.
Por tanto, el alma humana no puede provenir de la materia, ni inerte ni orgánica, y mucho menos, venir a modo de partícula de los padres puesto que es simple. El único argumento que se puede dar con la ayuda de la razón sobre el origen del alma humana: el alma de cada ser humano es creada directamente por Dios en el momento que puede ser infundida en el sujeto suficientemente dispuesto.
«Ahora bien, el alma, por ser parte de la naturaleza humana, no tiene la natural perfección sino en cuanto está unida al cuerpo; por lo cual no hubiera sido conveniente crear el alma sin el cuerpo». Y como la biología afirma que ya hay vida en el momento en que el espermatozoide fecunda al óvulo, en el momento de la concepción, luego entonces en el momento donde comienza a desarrollarse un cuerpo humano, en ese momento es donde Dios crea el alma humana, dando origen a un ser vivo.
Luego entonces, es Dios quien ha proyectado al hombre como unidad de cuerpo y alma, es decir, Él se sirve de la materia para formar lo que es materia prima. De lo anterior expuesto emana una pregunta fundamental para comprender el compuesto humano: ¿Cómo se da la unión del cuerpo y del alma?
FRASE DE LA SEMANA: “Hay un orden en el universo, y en su vértice, más allá de este velo de bruma resplandeciente, la evidencia de Dios” José Ramón Ayllón.