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Religión sin Dios

E D I T O R I A L Religión sin Dios La religión es un tema que atraviesa de un extremo al otro la historia de la humanidad, pues no podemos negar que el hombre es en sí mismo un ser religioso. El concepto «religión» incluye en su paquete a Dios, o mejor aún, la religión nos llega porque Él nos sale al encuentro. Lejos de los esquemas tradicionales de religión, hoy emerge en el océano ideológico que ahoga a nuestra sociedad el criterio de crear una nueva religión sin Dios, y aunque parece que gana adeptos con el paso del tiempo, no dejará de ser una hueca campana, porque la esencia de la religión, además de unirnos unos a otros, radica en estar en comunión con el Ser supremo.

Interesante: LA DAMA DEL MISTERIO: ÁNGEL DE JESÚS ABURTO TORRES Agatha Christie, también conocida como la “Reina del crimen” o la “Dama del misterio”, fue escritora y dramaturga del género policiaco, romántico teatral y suspense; nació el 15 de septiembre de 1890, Torquay, Reino Unido; es considerada de las escritoras más famosas en novelas detectivescas como: Diez negritos, Muerte en el Nilo, Inocencia trágica, El asesinato de Roger Ackroyd, La Ratonera, Asesinato en el Orient Express, La casa torcida, entre muchas otras. Una de las historias más misteriosas e inexplicables fue la que ella misma protagonizó, puesto que su primer matrimonio con Archibald Christie, del cual adoptó su apellido, no duró mucho ya que la dejó por otra mujer; al no poder sobrellevar la situación desapareció, después de algunos días la encontraron en un hotel registrada con el nombre de la amante de su esposo y aparentemente no recordaba nada de lo que le había sucedido. El asesinato de Roger Ackroyd fue la obra que la elevó aún más la fama de la “Dama del misterio”, donde Hércules Poirot -uno de los detectives más famosos- debe investigar un asesinato lleno de mentiras e infidelidades provocado por amores prohibidos. Christie obtuvo grandes logros como el Premio Edgar Grand Master y el Premio Edgar a la Mejor Obra de Teatro en 1955; en el año 2000 obtuvo el New Drama Critics Circle Award a la mejor Obra Extranjera y el Premio Anthony a la Mejor Serie del Siglo. La “Reina del crimen”, considerada como una de las autoras más traducidas y vendidas del mundo, tiene un título por haber escrito uno de los libros más gruesos del mundo. Harper Collins fue quien publicó una colección de las historias de Miss Marple de Agatha Christie en 2009, compuesta por doce novelas y veinte historias cortas. Asesinato en el Orient Express es una de sus muchas obras llevada el año pasado a la Pantalla Grande, siendo la cuarta adaptación bajo la producción del director Kennet Branagh y protagonizada por él mismo, como Hércules Poirot, en colaboración con grandes actores como Penélope Cruz, Johnny Depp, Judi Dench, Willem Dafoe, Michelle Pfeiffer, entre otras celebridades. El asesinato se lleva a cabo durante el viaje en el lujoso tren Orient-Express y el detective Hércules Poirot debe descubrir al asesino. Sin embargo, la tarea no es nada fácil al haber tantos sospechosos y pistas confusas, pero el detective Poirot siempre une todas las piezas del rompecabezas. Es así como la vida de Agatha Christie fue una gran travesía llena de triunfos y derrotas, no obstante, fueron los impulsos que le ayudaron a llegar tan alto, pues ella consideraba que “la tristeza es la cuna de inspiración de todo escritor”.


ANIMA VERBI JUAN PABLO ROJAS TEXON

El “Nunc dimittis” (del adverbio latino nunc, ‘ahora’, y la segunda persona de singular del verbo dimittere, ‘dejar’) es uno de los cuatro cánticos que aparecen en el Evangelio de Lucas (2, 29-32). Su nombre se debe a las primeras palabras del mismo en la versión Vulgata de la Biblia: Nunc dimittis servum tuum, Domine, secundum verbum tuum in pace [Ahora dejas a tu siervo, Señor, según tu palabra, en paz], referidas con gozo por el anciano Simeón, hombre justo y piadoso, mientras sostiene en sus brazos a Cristo recién nacido; el Espíritu Santo le había revelado que tendría esa dicha y, en efecto, al ver al hijo de Dios se sintió pleno. Así pues, este cántico prefigura el consuelo de los afligidos, porque ‘el corazón de quien encuentra a Jesús se hincha de una inmensa alegría que ya nadie le puede quitar’ (Jn 16, 22).

De persona a persona: JUAN PABLO ROJAS TEXON Xavier Zubiri

En su obra Naturaleza, historia, Dios Xavier Zubiri habla “la gravedad suprema del problema de Dios”. Si bien el tratamiento de este problema puede abordarse por diversas vías, Zubiri lo hace por la que considera más inocua: no por la fe religiosa sino por la vía intelectual; dicho de otro modo, la vía filosófica. Porque cuanto “filosóficamente pueda decirse de Dios entra, en rigor, en muchas religiones e incluso en quienes tal vez no profesen religión positiva alguna”. Ahora bien, Dios es una “cuestión soberanamente extemporánea” y a la vez “la más contemporánea de todas las cuestiones. Porque si bien es cierto que en la ciencia todo pasa como si no hubiera Dios, no es menos ciertos que si no hubiera Dios no pasaría nada. Y es que la realidad de Dios, aunque por un lado sea la más lejana de las realidades, es también, por otro, la más próxima de todas ellas”. Así pues, el problema de Dios es “el problema más extemporáneo y más contemporáneo de todos [...] es una cuestión que “afecta la raíz misma de la existencia humana”. Zubiri sostiene que lo que mueve al hombre de hoy a plantearse este problema es el hecho de que “se siente conmovido en su última raíz [...] vertido desde el transcurso de su vida hacia lo radical de su realidad”. Antes que nada, porque el hombre no es una cosa entre las cosas; el hombre “es una realidad estrictamente personal” y ese carácter personal es el que le confiere la capacidad de religarse. Eso con lo que el hombre se religa es “el algo que viene. Esta apertura a la deidad no es ni el resultado de la conciencia moral, ni es un sentimiento, ni una experiencia psicológica más, ni una estructura social, sino que, por el contrario, esos cuatro aspectos son lo que son sólo en y por la religación [...] La religación no es, pues, un acto más del hombre, ni es el carácter de algunos actos privilegiados suyos, sino el carácter que tiene todo acto por ser acto de una realidad personal”. Ese algo que viene es una realidad trascendente, inteligente y volente, una realidad absolutamente absoluta que se pertenece solo a sí misma y no depende de nada, ni siquiera de su propia naturaleza. “Su carácter fundante del mundo no es resultado de una interna necesidad, sino de un acto libre. La causa primera como realidad personal y libre: he aquí ya a Dios”. Así pues, Dios es “un éxtasis de pura volición” y, por ende, el constitutivo del “amor en todos los órdenes: ágape a diferencia de eros. El amor es la forma suprema de causalidad. De ahí que, como fundamento del mundo, Dios es causa primera como pura donación en amor”. Tal es la razón de que el hombre en su marcha intelectual hacia Dios no pueda hallar los conceptos adecuados sobre Dios, porque él obtiene sus conceptos de las cosas. Por otra parte, si bien las cosas no ofrecen conceptos representativos de Dios, nos presentan una serie de vías para emprender el camino hacia Él. Por ende, la labor de la inteligencia humana consiste en discernir las vías posibles de las imposibles. Las vías imposibles son vías muertas o aberrantes al término de las cuales nunca encontraríamos la realidad de Dios. En cambio, al final de las vías posibles pulsa la magnificencia desbordante de Dios, más allá de los límites de la pura inteligencia. Nacido en San Sebastián (España), Xavier Zubiri, formado en filosofía y teología, estudió en Lovaina, Madrid y Friburgo. Fue discípulo de Ortega y Gasset, Husserl y Heidegger. Durante un largo periodo se dedicó a la cátedra universitaria, primero en Madrid, más tarde en Barcelona. En 1921 se ordenó sacerdote y ejerció su ministerio hasta 1935 cuando se seculariza para contraer matrimonio. Entre sus discípulos y colaboradores se encuentran María Zambrano, Pedro Laín, Julián Marías e Ignacio Ellacuría, entre otros. Luego de una vida dedicada al desarrollo de una filosofía esencialista, Xavier Zubiri muere un 21 de septiembre de 1983, a los 84 años.

Frase de la semana: “La mejor receta para la novela policiaca: el detective no debe saber nunca más que el lector” Agatha Christie


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