E D I T O R I A L
Hombre y Mujer
México es un país donde a la mujer se le va reconociendo su dignidad. No hay duda de que ella ha jugado un papel importante en el rumbo del país: Marina, sor Juana Inés, Josefa Ortiz, Leona Vicario, Matilde Montoya, Frida Kahlo, etc…, quienes desde ámbitos y circunstancias muy distintas trazaron un rumbo para la posición de la mujer en la sociedad actual.
Un avance ha sido el reconocimiento de igual dignidad entre hombre y mujer, que, por un lado, ha disminuido el machismo imperante en la sociedad actual; sin embargo, surgió un extremo el feminismo, que, si bien no es imperante en nuestra sociedad, ya tiene alcance entre la población. Hombre y mujer, tienen la misma dignidad en cuanto personas, pero diferentes en cuanto que uno es hombre y la otra mujer, pero trabajando juntos por una sociedad justa y digna, son el complemento más perfecto de la sociedad.
Equidad de género en México
RAFAEL RAMOS PÉREZ
La cultura implica la complementación y perfección esencial de la persona en tanto que persona a través del acto creativo. La antropología filosófica, que genera cultura, nos ayuda a contestar las grandes preguntas fundamentales cuyas respuestas se hacen plenas en la acción. La acción nos recrea a nosotros mismos a través de la decisión libre. Gregorio Niseno afirma que, nosotros somos en cierto modo, nuestros propios progenitores, creándonos como queremos y, con nuestra elección, dándonos la forma que queremos. El fundamento último de ser en cierto sentido progenitores se encuentra establecido en la naturaleza humana ordenada por un Creador. Walter Brugger, explica que el hombre es sustentador y creador de la cultura, no en aislamiento cerrado, sino como miembro de la comunidad y en dependencia histórica de la tradición, es decir, de la continuación con base en lo recibido. Entonces, el orden y medida del crear cultural dependen de que el individuo y la comunidad jerarquicen justamente las necesidades del hombre, subordinando las inferiores a las superiores, y éstas a su fin último. Juan de Salisbury, comenta que la cultura que no está iluminada por la razón, es débil, es decir, beneficia raramente y poco a la sociedad.
Con base en esta reflexión sobre la relevancia que tiene la cultura respecto de la formación del ser humano, queremos hablar del sentido de la palabra equidad que conforma a una persona y una comunidad. Equidad es un término que no siempre es entendido de manera correcta en su sentido originario. Benedicto XVI, en su audiencia general del 16 de diciembre de 2009, comenta que la ley natural se caracteriza por una propiedad que Juan de Salisbury llama “equidad”, entendiendo este término como la atribución a cada persona de sus derechos. Es en el reconocimiento de los derechos del otro y propios como podemos promover el bien común el cual implica, el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección.
La Comisión Teológica Internacional, en el documento “En busca de una ética universal: nueva perspectiva sobre la ley natural” afirma que la persona humana tiene fundamentalmente tres inclinaciones las cuales son la conservación y desarrollo de la propia existencia, la supervivencia de la especie y finalmente la tendencia de conocer la verdad, dialogar con los otros y establecer relaciones de amistad. Estos tres aspectos se conforman con base en la ley natural la cual se expresa en el derecho natural desde el momento que se consideran las relaciones de justicia entre los hombres. Así, la relación entre ley natural y ordenamiento jurídico-positivo, mediado por la equidad, hoy sigue siendo de gran importancia.
Benedicto XVI afirma en la audiencia mencionada que, en nuestro tiempo, sobre todo en algunos países, asistimos a una separación preocupante entre la razón, que tiene la tarea de descubrir los valores éticos unidos a la dignidad de la persona humana, y la libertad, que tiene la responsabilidad de acogerlos y promoverlos. Comentó el Pontífice en su Homilía en la misa “pro eligendo Romano Pontifice” que el riesgo de esta separación es caer en la dictadura del relativismo el cual no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos.
Concluimos diciendo que, conquistar la equidad entre hombres y mujeres, es decir, fundamentar y respetar los derechos de cada persona, no exige una lucha de contrarios, ni una liberación política relativista, mucho menos olvidar nuestra condición biológica y espiritual como personas. Fortalezcamos una cultura de la equidad donde hombres y mujeres estamos llamados a perfeccionarnos en tanto que personas a través del encuentro con el otro en la reciprocidad que emana del amor.
Una guerra sin armas
JESÚS URCINO SÁNCHEZ
Era el año de 1929 cuando Martin Luther King nació, una fecha que marcó el rumbo de la historia para la comunidad afroamericana. Además de ser un renombrado pastor de la Iglesia bautista, credo que profesaba, también fue un activista y defensor de los derechos civiles. Entre sus acciones más recordadas están el boicot de autobuses en Montgomery, en 1955; su apoyo a la fundación de la Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano (SCLC) y de la cual sería presidente hasta su muerte, creado para participar activamente en el movimiento por los derechos civiles organizando a las iglesias afroamericanas en las protestas no violentas y el liderazgo de la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, en 1963, al final de la cual pronunciaría su famoso discurso "I have a dream" (‘yo tengo un sueño’), gracias al cual se extendería por todo el país la conciencia pública sobre el movimiento de los derechos civiles y se consolidaría como uno de los más grandes oradores de la historia estadounidense.
“Sabemos por una dolorosa experiencia que la libertad nunca la concede voluntariamente el opresor. Tiene que ser exigida por el oprimido”. Frase que daría a conocer Martin en la carta escrita en la prisión de Birmingham el 16 de abril de 1963. Una frase que marcó profundamente a éste hombre, un sueño por alcanzar, una lucha que traería consigo el respeto y equidad de género para los afroamericanos. Cuando ya se está cansado de que a uno se le denigre y excluyan de lugares por ser de otro color, sales a la calle y te señalan e incluso insultan, cuando tus hijos te preguntan por qué no pueden frecuentar tal lugar y uno se queda callado y aguardando en el silencio: un silencio que lacera lo más profundo de la existencia misma de la persona, es ahí cuando los ideales y la lucha por lograr que los derechos se respeten, cobran su valor. Una libertad en la que no importe salir a la calle, utilizar los medios de transporte, frecuentar lugares de restringido acceso para las personas de color, donde no te menosprecien y sobajen solamente por no tener el mismo color de piel: hablamos de una equidad de género, aquella cualidad que consiste en juzgar con imparcialidad, atribuir a cada uno a lo que tiene derecho.
“Así como Sócrates creía que era necesario crear una tensión en la mente para que los individuos superasen su dependencia respecto de los mitos y de las semi-verdades hasta ingresar en el recinto libre del análisis creador y de la evaluación objetiva, así también hemos de comprender la necesidad de ‘tábanos’ no-violentos creadores de una tensión social que sirva de acicate para que los hombres superen las oscuras profundidades del prejuicio y del racismo, elevándose hasta las alturas mayestáticas de la comprensión y la fraternidad”. Una fraternidad que estaba siendo aniquilada por el odio y la penumbra existente en aquella época, cuando los ánimos de odio y venganza entre blancos y afroamericanos se estaba sublimando.
El objetivo de Martin Luther era crear una tensión tal en la sociedad que se dieran cuenta y recapacitaran que así como los blancos tenían acceso a tantos servicios y derechos, así también las personas de color. No se trataba de un movimiento pacifista, sino de un movimiento de liberación, pero de qué, de la llamada “segregación”. Una segregación que da una falsa conciencia de superioridad al que segrega y al que es segregado una falsa conciencia de inferioridad; por eso la segregación rompe con la relación yo-tú, como lo explica el filósofo Martín Buber, y ahora esa relación pasa a ser yo-ello, es decir se deja de lado a la persona, al tú y se pasa al lugar de objeto: el ello.
Martin Luther King es un personaje que marcó el rumbo de toda una nación al luchar por la equidad de género de sus hermanos, amigos y conocidos, nosotros ¿por qué estamos luchando?
ANIMA VERBI:
Anima verbi
JUAN PABLO ROJAS TEXON
El término “ecuménico” (en griego, oikoumenikós; de oikouméne, y éste, a su vez, de oikéo, ‘habitar’, y -méne, sufijo propio del participio pasivo femenino) hace referencia a “la tierra habitada” como unidad. Por eso, en el ámbito eclesiástico se denomina así al esfuerzo de unificar las diversas confesiones cristianas practicadas por el mundo disolviendo las diferencias entre ellas. De modo que el ecumenismo es una exhortación universal “para que todos sean uno”, al igual que el Padre es en nosotros y nosotros en Él (Jn 17, 21).
ESTO YO NO LO SABÍA…
Un premio al esfuerzo
JUAN FRANCISCO SÁNCHEZ CASTIZO
¿Alguna vez has escuchado el nombre de Matilde Petra Montoya Lafragua? Hija única de Soledad Lafragua y José María Montoya, quien desde niña empezó a mostrar signos de inquietud por el estudio científico, en un tiempo difícil marcado por la Guerra Civil. A sus 16 años recibió el título de partera y se puso a trabajar en la ciudad de Puebla, sin embargo, esto trajo consigo el descontento de algunos médicos de la región, quienes la tacharon de “masona y protestante”, argumentando que una mujer no tenía nada que hacer en el ámbito médico. A pesar de las fuertes críticas hacia su persona, ingreso a la Escuela Nacional de Medicina ubicada en la ciudad de México, de la cual se graduaría el 24 de agosto de 1887, obteniendo con ello el título de doctor en medicina. De este modo paso a la historia, como la primera mujer médico en nuestro país.
… PERO AHORA YA LO SÉ.
FRASE DE LA SEMANA: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”. Matin Luther King