E D I T O R I A L
El trabajo nos dignifica y perfecciona
El mejoramiento de las condiciones de trabajo es una lucha que debe ser constante, debido al imperio que tratan de ejercer diversos sistemas ideológicos, los cuales, han traído consigo grandes injusticias. El trabajo es un medio de perfección cuando está bien realizado y cumple con las condiciones necesarias para ser un trabajo digno. El trabajo visto como un derecho y un deber es capaz de dignificar a la persona, proveyéndola de lo necesario a través de su dedicación y esfuerzo, garantizando con ello el desarrollo de la misma, tanto emocional, psicológica y espiritualmente. “Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social.” Benedicto XVI
El puesto del hombre en el cosmos
REMIGIO ROJAS REYES
El problema del hombre ha ocupado un lugar importante dentro del pensamiento filosófico. Actualmente, la idea del hombre se ve desdibujada y parece estar desentramada debido al pensamiento hedonista predominante en nuestra sociedad, dando paso al desinterés e indiferencia ante la verdadera identidad del ser humano. La crisis existencial que experimentamos nos ha llevado a perder la noción del puesto del hombre en el mundo y por ende a dejar a un lado el cumplimiento de su finalidad. Por ello es necesaria una visión integral del hombre, una visión que incluya de manera más completa todas las áreas que lo enriquecen, lo diferencian y lo componen.
Max Scheler pretende dar una idea del hombre basado en los aportes científicos y filosóficos de su época. En su obra, de corte antropológico filosófico, “El puesto del hombre en el cosmos” realiza una semblanza de los puntos capitales sobre el hombre a partir de su esencia y su “puesto” entre todos los entes del universo. Scheler experimento la disociación de la idea sobre el hombre en su época, una época marcada por avenimiento del nazismo en Alemania, expresando que nunca el hombre se ha sentido tan perplejo ante la naturaleza de su ser esencial.
Tres son las concepciones acerca del hombre que reinan en nuestros ambientes sociales, sin embargo, como apunta Scheler, la una de la otra, se encuentran separadas: la judeocristiana o creacionista, la griega o filosófica y la darwinista o evolutiva. La idea religiosa o judeocristiana la expresará de manera más detallada en su obra “El hombre y la historia”, aquí el hombre alcanza su conocimiento cuando se conoce uno mismo en Cristo. La idea griega, ensalza a la razón o logos como diferencia específica entre él y el animal, faltando ésta, como decía Sócrates, no hay propiamente vida humana. La visión naturalista caracteriza al hombre como homo faber, esta visión positivista del hombre lo considera como el ápice de la naturaleza, visión que no deja de ver en el hombre más que a un animal, pero desarrollado.
La propuesta de Scheler es ver en el hombre un ser dotado de “espíritu, capaz de idealizar las cosas, facultad de objetivizar el mundo. El hombre es visto como un ser biopsíquico, en el cual se distinguen varias etapas, etapas que solo en el hombre permanecen: el impulso afectivo, el instinto, la memoria asociativa, el psiquismo o inteligencia. Pero la diferencia entre los demás entes y el hombre es que el hombre es poseedor de lo que él llama “espíritu” que es lo que hace posible al hombre el captar la esencia de las cosas, su núcleo interno. El hombre por su voluntad libre, capaz de oponer resistencia a los impulsos y estímulos recibidos por su entorno, se convierte en un asceta de la vida.
Max Scheler indicará que lo que llamamos “fisiológico” y “psíquico” solo son, pues, dos aspectos desde los cuales se puede considerar uno y el mismo proceso vital, proceso vital ontológicamente único que tenemos en nuestra experiencia y conducta. Esta visión integral de la persona aporta grandes luces a futuras expresiones acerca de lo qué es el hombre, convirtiendo al pensador alemán, paso obligado para futuras reflexiones sobre antropología filosófica.
Max Scheler (1874 – 1928) fue un filósofo alemán, de gran importancia en el desarrollo de la fenomenología, la ética y la antropología filosófica, además de ser un clásico dentro de la filosofía de la religión. Hijo de padre luterano y de madre judía, se convirtió inicialmente al catolicismo, del que se apartó al final de su vida.
De Persona a Persona
POR JUAN PABLO ROJAS TEXON
Alfonso López Quintás
En su artículo “El conocimiento de los valores”, Alfonso López Quintás afirma que los valores suelen impresionarnos a causa del gran prestigio que los envuelve, por lo cual nos instan a practicarlos y, por ende, a hacerlos valer. Esto es así porque, lejos de ser una mera idea, los valores constituyen una fuerza propulsora y orientadora de nuestra conducta. Y aunque no resulte sencillo definir un valor, diariamente empleamos conceptos que nos sumergen en ese campo. Por ejemplo: del hecho de que una persona no sea capaz de definir lo que es la belleza en sí no se sigue que no sepa cuándo debe aplicar a las cosas el valor de lo bello. En efecto, alguien puede decir que el atardecer es bello o que es bella tal obra de arte aunque no tenga elementos para definir de modo inmediato la belleza. Así pues, en mayor o menor medida, todos estamos inmersos en el mundo de los valores: lo bello, lo bueno, lo justo.
A este respecto, la propuesta de Quintás es muy clara: mientras más nos relacionemos con el mundo de los valores, realizándolos en nuestra vida, iremos “conociendo más y más su sentido y alcance”. En otras palabras, la experiencia es el campo que ilumina a los valores: mientras más los experimentemos mejor entenderemos “la función que están llamados a ejercer en nuestra vida”. Y si tomamos en cuenta que la vida de las personas “se realiza y perfecciona a través de diversas formas de encuentro”, resulta imprescindible saber el modo en que los valores inciden en tales situaciones de encuentro. Porque no se trata de sólo teorizar en torno a los valores, sino de “ver la eficacia que muestran en el proceso de configuración de nuestra personalidad”.
Para mostrar esto, Quintás alude a estudios científicos según los cuales todo recién nacido es prematuro en su sistema inmunológico, enzimático y neurológico, es decir que todos nacemos antes de que dichos sistemas estén desarrollados. Pero no ocurre así por un error de la naturaleza, sino “para que el bebé acabe de troquelar su ser fisiológico y psicológico en relación con el entorno. Su entorno es en primer lugar la madre, luego el padre y los hermanos mayores. Esa relación troquela debidamente el ser del niño si es una relación acogedora, tierna, amorosa, ya que ésta suscita en su interior un sentimiento de confianza en el entorno, que será a lo largo de la vida una de las condiciones del encuentro”.
De este modo, Quintás justifica la necesidad de un valor como el acogimiento a partir de la función que cumple en el proceso de desarrollo humano. En efecto, es la eficacia de un valor, su impacto en nuestras relaciones de encuentro lo que nos hace conscientes “de su verdadera significación y relevancia a lo largo de toda la vida”. Ahora bien, si por encuentro entendemos la creación de “un estado de comprensión, ayuda, amor y enriquecimiento espiritual mutuo”, entonces para suscitar ese encuentro necesitamos ser generosos, veraces, confiables, fieles, pacientes, cordiales, amables, por citar algunas actitudes, a las que también podríamos llamarles valores en tanto que contribuyen a nuestro perfeccionamiento.
Por otra parte, está la virtud, que es la disposición a asumir los valores como criterios de conducta. Porque el ser amable (valor) implica la previa disposición a serlo (virtud). En este sentido, Quintás señala que si “practicamos estas virtudes, con los valores que implican, y tenemos la suerte de hallar otra persona que haga lo mismo, vivimos una experiencia auténtica de encuentro”. Para él, no hay un valor superior al encuentro, porque sólo con el encuentro se suscitan modos elevados de unidad.
Nacido en Mugardos (España) el 21 de abril de 1928, Alfonso López Quintás es uno de los filósofos personalistas españoles más reconocidos de la actualidad. Catedrático en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de Madrid, ha centrado sus investigaciones en los campos de la hermenéutica, la metodología, el lenguaje y la teoría de los valores. Asimismo, una de sus grandes inquietudes ha sido la formación de los jóvenes, por lo que funda y promueve la Escuela de Pensamiento y Creatividad de Madrid, “con vistas a enseñar a la juventud a pensar con rigor y vivir de forma creativa”. Autor de grandes obras y numerosos artículos, Alfonso López Quintás cuenta al día de hoy con 91 años recién cumplidos.
ANIMA VERBI:
Anima verbi
JUAN PABLO ROJAS TEXON
Se llama “benedictino” (en latín, benedictinus; de Benedictus, ‘Benito’) a todo miembro de la orden religiosa de “San Benito”, fundada a principios del siglo VI en Montecassino. Debido al color de su hábito, fueron conocidos como los monjes negros. Sin embargo, su característica principal es la oración contemplativa. De ahí que su regla monástica sea considerada desde sus orígenes una de las más rigurosas entre las órdenes católicas. Actualmente, el legado benedictino más popular lo constituye la medalla protectora de San Benito, de uso común en la feligresía.
ESTO YO NO LO SABÍA…
«Mártires de Chicago»
ÁNGEL DE JESÚS ABURTO TORRES
El Primero de Mayo o Día Internacional del Trabajador, es un homenaje a los «Mártires de Chicago», trabajadores que exigían, en 1886, la reducción de la jornada laboral de 12 y 16 horas diarias a una más justa de 8 horas. Esta solicitud fue apoyada por el entonces presidente de los Estados Unidos, Andrew Johnson, quien promulgó una ley en la que cumplía aquella petición. No obstante, los empleadores se negaron a cumplirla, motivo por el cual los trabajadores se manifestaron a través de diversas protestas. Los presuntos líderes del movimiento fueron condenados: dos de ellos recibieron cadena perpetua; otro fue castigado a 15 años de trabajos forzados mientras que otros ocho fueron llevados a perecer frente a la horca. Estas 8 personas se convirtieron en los «Mártires de Chicago», en honor a ellos se declaró el Primero de Mayo como el Día Internacional del Trabajador.
… PERO AHORA YA LO SÉ.
FRASE DE LA SEMANA: “La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro, ni ninguno tan pobre que se vea en la necesidad de venderse”. Jean – Jacques Rousseau